Blanco brillante sales de noche.
Su portada azul y misteriosa me obligó a
ponerle play y lo que suena me deja el alma dudosa. La luna me introduce su
canción, llena de sintetizadores y una melodía que fácilmente podría cantar en
la madrugada.
El ep de Urban Monk comienza evocando un terror placentero, llama a muchos
espíritus tímidos en mi cabeza. Esto que suena me da cosa pero me gusta o como
diría aquella filósofa tropical llamada Gilda; Me asusta, pero me gusta que llegues hasta el fondo de mi corazón.
Los tracks siguen avanzando con ese tinte
nostálgico, pero ahora perfectamente podría pasar las penas andando en bici,
sí, por qué no? con mi frondoso pelo al viento, mi bufanda y ese frió bacan de
los primeros días de otoño, no me juzguen eh? soy un romántico.
Sincronizar el pedaleo con la música es ley
y se hace fácil de imaginar. Sigo pedaleando, en mi mente la música se impregna
en mi andar, espera que es eso? una canción de cuna? El rasgeo y la línea
melódica me dejan pegado un rato, no me quejo.
Si eres de aquellos que disfruta de vez en
cuando momentos de melancolía, casi como un buen vino, sin duda es tu disco. En
lo personal, fue como una cápsula del tiempo a la infancia, esa donde un niño
no quería saber tristes verdades y prefería quedarse con las sanas mentiras.
Mis fujitel me hablan del mar y por
supuesto del apondedip. Quiero
acelerar, Yushin Maru me incita a
apurar el viaje. Sus tambores marcan el paso, junto a un bajo que te invita a
bailar la tristeza para finalmente volver a descansar con el suave rasgeo de Canción para Varuna. El monje dice
que se me va la vida, ojalá sea mentira.
Va terminando el disco y tengo ganas de que
vuelva a partir. Mira, viene el atardecer, salgamos a caminar el disco?
Puedes escucharlo acá
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